lunes, 9 de septiembre de 2024

DEPARTAMENTO DE GRIEGO Y LATÍN


Cuando inicié mi viaje en la Enseñanza

deseé que el camino fuera largo,

lleno de aventuras, lleno de experiencias.

A directores, inspectores,

a la irascible Administración no había de temer,

aunque encuentros tales tuve en mi camino

porque mi pensamiento era alto y una exquisita

emoción me tocaba cuerpo y alma.

A directores, inspectores,

a la fiera Administración pude evitar,

porque no los llevaba ya en mi alma,

y mi alma no los ponía en pie ante mí.

Deseé que el camino fuera largo,

que fueran muchas las mañanas de septiembre

en que ¡y con qué alegre placer!

me encontrara con alumnos que veía por vez primera.

Me detenía en todo tipo de bazares

para adquirir sus bellas mercancías:

lucernas y maquetas, monedas y láminas,

y numerosos playmobil de griegos y romanos,

todos los más que me fueran posibles.

Y viajé con mis alumnos a enclaves arqueológicos

a aprender, a aprender de griegos y romanos.

Mantuve siempre la Enseñanza en mi mente:

llegar a trasmitirla era mi destino,

pero no tenía la menor prisa en mi viaje.

Era mejor que durara muchos años

y, aunque aún no viejo, arribara a mi aula,

rica con todas las adquisiciones de mi viaje,

sin esperar a que la Enseñanza me ofreciera riquezas

y con la sola compañía de mis inquebrantables alumnos.

La Enseñanza me ha dado un hermoso viaje,

sin ella no me habría puesto en marcha

pero no tiene ya más que ofrecerme.

Aunque la encuentro hoy día pobre, la Enseñanza

de mí no se ha burlado.

Convertido en algo más sabio y con tanta experiencia

como me ha dado generación tras generación

he podido comprobar qué significa la Enseñanza.


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